by Crisitina Gomez | Dec 7, 2014 | General
Si nos detenemos a escuchar con atención las conversaciones más cotidianas nos daremos cuenta que a menudo la palabra depresión emerge en ellas. No es extraño oír frases del tipo: “Estoy deprimido porque este trimestre he suspendido dos asignaturas”, “el otro día me deprimí porque discutí con mi madre”, “Mi hermano está deprimido desde que los amigos lo dan de lado”. Aunque estas situaciones pueden hacer que alguien reaccione con tristeza esto no quiere decir que realmente la persona presente una depresión clínica. Utilizamos una palabra incorrecta para definir un estado de tristeza, de pena, de frustración, de abatimiento, o de desengaño. La tristeza es un estado natural a las situaciones de frustración, al dolor emocional, y en general a aquellas situaciones negativas que nos van en contra. La vida no es fácil, representa convivir con situaciones adversas que a menudo nos asaltan en el quehacer diario. La tristeza, pues, es una situación normal, y más si hemos experimentado una situación de cierta gravedad. Estar triste porque a un hijo no le acaban de funcionar los estudios y se le ve preocupado, porque la abuela está delicada de salud, o porque la situación económica no es la que querríamos no implica un estado patológico, sino una reacción emocional normal que se irá resolviendo hasta desaparecer. Situaciones de más intensidad, como por ejemplo la pérdida de un ser querido, una enfermedad grave, una separación o divorcio, pueden sumir a la persona en una gran tristeza, en un proceso de duelo que le ayude en la integración de la pérdida y a una readaptación a la nueva situación, que a pesar...